Maryse Condé: como si la Historia no fuera más que una invención del presente Por Alberto Abreu Arcia

A propósito del reciente fallecimiento de la Premio Nobel de Literatura Maryse Condé, quiero compartir con dos cosas: la primera, es un fragmento de la ponencia “Como si la historia no fuera más que una invención del presente” leída en uno de los paneles durante la Semana del Autor, que Casa de las Américas le dedicara (16 y 19 de noviembre del 2010). Lo segundo son varias fotos. Unas del referido panel y otras donde aparecen esas tres grandes del pensamiento y la literatura afrocaribeña: Inés María Martiatu (Lalita), Georgina Herrera y Maryse Condé.

En cuanto al fragmento de aquel texto leído hace algunos años en Casa de las Américas y en presencia de su autora. Espero que el mismo nos permita comprender el impacto y la grandeza de la producción literaria de Maryse Condé: sus continuas interpelaciones y descalces a esos preceptos sobre los cuales descansa la escritura de la historia como herencia ilustrada. Los diversos modos en que ella (Maryse Condé) se apropia, re-crea la palabra del subalterno (el esclavo, la bruja, esas criaturas desarraigadas excluidas de la historia oficial, los discursos encontrados de los sectores populares); imposible de encerrar dentro de la materialidad de los archivos de la historia oficial. Y es que estos otros relatos de vidas, estas otras Historias habitan solo en los pliegues de la memoria, las irreverencias de la oralidad, el rumor que desafían la aparente estabilidad de las instituciones y representaciones sociales, sus regulaciones y normativas.

Como si la Historia no fuera más que una invención del presente…

A través de estos tres emplazamientos la identidad racial negra deja de ser definida desde una mecánica oposición a la identidad blanca. Ambas se nos revelan como construcciones que son el resultado de un proceso modelador de subjetividades; inscriptas dentro de discursos, prácticas, contextos históricos, instituciones y estrategias enunciativas muy específicas. Pero también como resultado de negociaciones, pactos, camuflajes y gestos de cimarronaje cultural. “¡Repite, amor mío! Lo que cuenta para el esclavo, ¡es sobrevivir! ¿Quizás te imaginas que yo creo en la historia de la Santísima Trinidad? ¿Un solo Dios en tres personas distintas? Pero eso no tiene importancia. Basta con aprenderlo. ¡Repite!” Sobrevivir, como ven es la divisa del esclavo John Indio en Yo, Tituba…y su estrategia es el camuflaje.

 Es decir, lo negro no es una categoría que puedan pensarse estática, homogénea, en tiempo lineal. Nuestras dolorosas historias como afrodescendientes han estado englobadas dentro de procesos complejos de poder y exclusión. En un juego de differance. Constantemente desestabilizadas por lo que excluyen. Un crítico, como el jamaicano Stuart Hall, tan perspicaz para explorar las tramas e instersticios teóricos de la identidad racial negra califica de “radicalmente perturbador” este reconocimiento que se logra a través de la relación con el Otro, con lo que no se es, con lo que precisamente le falta. [1] Lo que Dubois, desde otra perspectiva ha descripto como el dilema de la doble conciencia criolla negra.

Es decir, mi intención es subrayar como en la obra de Maryse Condé la identidad racial negra es un constructo inscrito dentro de un escenario cambiante, en tensión con otras estructuras sociales (estados, economías, universidades, familias, de identidad, geografía, conocimiento) y en continua interrelación con procesos de producción y consumo cultural, formaciones de clase y género, valorización y difusión del conocimiento.

Esta enumeración no es gratuita, por el contrario resulta medular para entender por qué en la textualidad y el discurso literario de Maryse Condé, la reescritura de la historia abarca una constelación de procedimientos que van desde juegos intertextuales (apropiaciones, citas) de obras emblemáticas de la historia literaria occidental (Cumbre Borrascosas, Las brujas de Salem), pasando por uso de la oralidad, el etnotexto, los mitos y leyendas de la tradición africana; gestos, rezos y otras prácticas provenientes del mundo de la brujería, además del chisme (lo que se oye y se repite) y los discursos evocativos de la memoria personal o colectiva los cuales dan voz a las percepciones, que tiene el sujeto afrocaribeño de su imaginario y los diferentes eventos de su historia.

El objetivo de estas páginas, de aquí en adelante, será explorar tales procedimientos no sólo como estrategias escriturales que, en el plano de la representación, buscan hacer audibles la compleja conciencia del sujeto subalterno, sino también las transgresiones y grietas que tales procedimientos; a partir del rumor (entendido como lo “incierto”  o lo presuntamente “falseado” por la voz popular o la fabulación literaria) provocan en la autoridad de los relatos maestros de la historia occidental, sus nociones de certeza, seguridad, lo probable. Lo que Spivak llama “la piedra angular del edificio de la verdad histórica”. Y que han servido de garantes a esa escritura y filosofía de la historia como discurso disciplinario que la modernidad-colonial occidental fundó entre nosotros.

“No entendían nada de nada. Sí, me gusta decir mentiras. Porque la mentira tiene su poética. La mentira embellece. ¿La verdad? No se me ha perdido nada con ella. Yo transfiguro la verdad. En suma, tengo dotes para ser el escritor que le hace tanta falta a este país.”

Responde Jeff, uno de los dos personajes de la pieza teatral “Como dos hermanos” cuando Gregorio le pregunta sobre la opinión de los psicólogos.


[1] Stuart Hall “¿Quién necesita la identidad?”, revista Temas no.37-38, abril-septiembre de2004.

Publicado por afromodernidad

Intelectual afrocubano, activista contra la homofobia y la discriminación racial. En el 2007 obtuvo el premio Casa de las Américas en ensayo artístico literario por su libro Los juegos de la Escritura o la (re) escritura de la Historia. Ha publicado otros libros como: El gran mundo (cuentos), Virgilio Piñera. Un hombre una Isla (Premio UNEAC de ensayo, 2000) La cuentística de El Puente o los silencios del canon narrativo cubano (Aduana Vieja, 2016) y Por una Cuba negra. Literatura, raza y modernidad en el XIX (Editorial Hypermedia, 2017).

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